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Luissiana – Oliver

Rescaté a Oliver después de un tiempo muy difícil, desde el primer día sabía que no iba a ser fácil, destrozó gran parte de la casa cuando se quedó solo, en la primera salida quería pelear con todos los perros que se le cruzaban en el camino, eran contados los momentos en los que se quedaba quieto, no podía haber ningún ruido alrededor porque ardía Troya, no podíamos corregir ninguna conducta porque quería morderme, en fin, fue un tiempo de adaptación y grandes retos.

Entonces vino la castración, a diferencia de lo que esperaba, el comportamiento no cambió, por el contrario se añadieron conductas muy ansiosas y compulsivas que empeoraron todo y ponían en riesgo la salud física de Oli, así fue como llegamos a Atención Canina, por recomendación del veterinario.

Desde la primera entrevista ya veía un cambio, en manos de Rafael, Oliver era otro, ahí fue cuando comencé a pensar, que la mejoría de Oliver dependería en gran medida de mí, en cada uno de los entrenamientos, me daba cuenta que Oliver avanzaría tanto como avanzase yo.

No fue fácil, pero pudo haber sido más difícil sin Rafael y todos los entrenadores, con cada señalamiento y enseñanza me di cuenta que uno no tiene el perro que quiere sino el que necesita, gracias por enseñarnos tanto.

 








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