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Arantza Rosello - Yogui

Que les puedo contar sin que suene repetitivo o fastidioso, yo creo que es algo imposible.

Mi perro, Yogui, es un hermoso mestizo que llegó a mi vida hace aproximadamente 1 año y medio, llegó todo echadito a perder (golpeado, asustado, maltratado...), como buena proteccionista lo rescate con la idea de darlo en adopción, aunque al final por su carácter tal difícil terminé quedándomelo yo.

El empezó como todo buen perro rescatado (en su situación) a hacer lo que yo quería, hasta que por fin se sintió “en confianza” y fue el inicio de algunos problemas entre nosotros, él quería ser el líder de la manada, yo hacia lo imposible por demostrarle que no lo era, pero él pesa 30Kg y se podrán imaginar que pasear con él más de 15 minutos era un absurdo, según los veterinarios él era un perro alfa y eso no se iba a poder cambiar.

Allí fue cuando comenzó la odisea de conseguir un entrenador para Yogui, sino mi brazo y mi rodilla próximamente iban a desprender. Sin mentir llame como a 3 entrenadores, ustedes saben de esos que uno consigue los papelitos en tiendas de mascotas, para mi sorpresa las respuestas eran “es muy mayor, no se puede entrenar”,“es un mestizo, ellos son imposibles” o “se puede intentar pero no garantizamos nada”, yo sentía que se había perdido toda posibilidad, creo que me entienden, entre los veterinarios y los “entrenadores”, que más puedo hacer..., hasta que conocí a Jenis, la dueña de Khala, que me habló de Rafael, inmediatamente lo llamé y le explique el caso, me dio una cita para hacer su evaluación, la cual no fue muy satisfactoria (creo yo), pero Rafael Ángel aceptó el reto, me explicó claramente cada uno de los pasos a seguir, las posibles opciones que teníamos si Yogui no ayudaba, todas detalladamente expuestas para que yo no entrara en pánico, pero como conocía a mi bestiecita, entendí claramente todo lo que me quería decir.

Empezaron las primeras clases con el respectivo Fuy (No), que Yogui, se fuera solo con Rafael Ángel y no conmigo, el corazón se me puso chiquitico cuando veía eso, pero al momento en que sentí como Yogui empezaba a caminar a mi lado sin “arrancarme” el brazo, seguimos con mucho más animo, pasamos al Sitz (Sienta) que él lo hacia cuando le daba la gana, pero con las instrucciones de Rafael lo hace increíblemente, aunque creo que el mayor orgullo (tanto de Rafael como el mío propio) es el Platz (Echado) que eso era un imposible y ahora lo hace con una soltura como que si él lo hubiese hecho desde cachorro.

El día de la clase final la alegría era indescriptible, el ver como mi bestia pasó a ser un perro totalmente educado y que es capaz de seguir ordenes que antes eran imposibles.

Ahora le toca en básico II y así hasta graduarse como todo un caballero.

No tengo palabras para agradecerle a Rafael Ángel todo lo que ha logrado por nosotros, su cariño incondicional y su amistad son muy valoradas por mi y seguro que por Yogui.

 








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